martes, 21 de noviembre de 2017

La Cenicienta que no podía cocinar perdices (por inútil)

Parodia de La Cenicienta,
Por David A. Tinoco.

Primera parte.

Érase una vez una niña pendenciera
Llamada Cenicienta,
Que a sus 18 añitos se creía rebelde,
Única y diferente.

Vivía solamente con madrastra y hermanastras,
Porque su padre murió en cruel batalla
Montado en su pobre caballo
Ya que defender su patria era su “privilegiado” trabajo,
Pasando a formar parte de las estadísticas del reino,
Las cuales a lo mediático le importa un cuerno.

Vida fácil la niña tenía,
De problemas reales ella nada sabía,
Y de sus cursos de genero del colegio salía
Solamente a hablar de “patriarcado”,
“heteronormatividad”, y otras tonterías.

Su pobre madrastra harta ya estaba
Por oírla rebuznar tanta zarandajada.
“Masculinidad toxica”, “lenguaje inclusive” y
Otras cosas tanto pregonaba
Que hasta las pobres ratas huían al escucharla.

Se quejaba de la opresión de la mujer
En esta sociedad heteropatriarcal,
Pero, ¡miren!, como traga perdices sin parar,
Cocinadas por su nana, ¡ah!, no la deja descansar,
Y su sucias bragas la inútil no puede lavar,
¡A lavar la nana!, ni modos, hay que aguantar.

Y criticaba a sus hermanastras por quererse y verse bonitas,
Gritándoles que eran unas tontas oprimidas,
Y estas, encabritadas, de “patas” la ponían,
Calzón chino y al poste la subían,
Y desde lo alto Cenicienta las maldecía:
“¡Traidorxs a su génerx!, ¡lucho por ustedes!,
¡Alienades malagradecidas!”.

Y de moda en moda progresista
La niñata vegana se volvía.

¡Ay! Pobre nana,
Ahora a cocinar
Con retorica animal.

Orgánico y natural
Nada de maltrato animal,
De transgénicos ni se diga
O la niña esta se indigna.

Ahí iba la niña tonta por la vida,
Hasta que grata sorpresa en un cartel veía,
Gran fiesta y baile en el palacio gratis,
Y pensó la ingrata infeliz:
“Gratis como los abortos tiene que ser,
Así como todo lo demás por ser mujer”.

Fuerte y empoderada se pensaba
(aunque solamente era una pobre piltrafa),
Y podría embriagarse hasta la raja,
Andar de promiscua ya se le antojaba,
Con cuanto tipejo ella se encontrara
(Lo de “alesbianate” en la realidad ya no cuajaba,
Pero, sshh, tu no digas nada).

Y si algo malo le ocurría por irresponsable
A los demás les achacarían un problemón desagradable.

Pero ¿y lo de la cosificación y machismo? ¿Dónde se lo guardaba?
Bueno, eso de la mente pronto se le esfumaba.

Por el cartel se daba cuenta
Que la realidad del baile era muy cruenta:
El príncipe obligado por padres y corte
Tenía que buscar consorte.

De inmediato le brillaron los ojitos,
Y a su casa regreso pegando de gritos.

Porque eso de “una mujer con un hombre es como un pez sin una bicicleta”
Fácilmente era cambiado por el
encanto de las cálidas cadenas del hogar
 sin vergüenza,
O más bien, se justificaba con:
“una mujer empoderada sabe escoger lo que le conviene”,
Como condenada malviviente.

Sin dilatación y pereza,
Ya que en la noche habría fiesta,
Le grita a la nana y la levanta de la mesa.
Pobre, ni comer la deja.

La manda por muchos vestidos,
Para ver si alguno le queda lindo,
Pero porque esta algo gorda,
Con todos se incomoda.
A pesar de ser vegana
Algunos kilos de más ya cargaba.

Frustrada y maleducada,
Le grita a su nana,
Que hiciera como pudiera,
Le consiguiera unas lindas prendas.

La nana haciendo de hada madrina
Como por arte de magia
Las sacaba de la cortina.
Le compro zapatos hermosos,
que aunque no fueran de cristal
Costaron un dineral.
Lástima, a que pezuñas iban a dar.

Como pajes  a sus primos tomaría,
Que aun con traje parecían
Ratas mal vestidas.
Como carruaje una limousine contrató,
Naranja calabaza, más feo color no encontró.

Pero a pesar de toda la alharaca
A las doce debería que regresar con su calabaza.
Por todos los bártulos que compro
Su presupuesto se agotó,
Y la renta de la limousine-calabaza
Hasta las doce y media se le acababa.



Continuara….

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